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Cultura - Reseña histórica
Tierra del Fuego - Patagonia - Argentina, 18/05/2024 07:17 hs.   
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Como señaláramos se produjo una ruptura absoluta entre la cultura anterior y posterior a 1884. No hubo tiempo histórico como para que los misioneros pudieran cultivar las fuentes de las etnias que se encontraban en estos lugares. Tenían interés en esto, pues han dejado consignada la riqueza de su idioma y mitología. Tomás Bridges produjo las primeras obras que nacieron en Ushuaia: el diccionario yagán-inglés y la traducción a la lengua indígena de los Evangelios.

Es necesario aclarar dos aspectos importantes. En primer lugar, debemos señalar lo reducido de la población ushuaiense, por lo que no se puede pedir un desarrollo cultural llamativo a una ciudad que llegó a 10.000 habitantes hace menos de una década y que se mantuvo en poco más de mil o menos durante décadas. En segundo lugar, cabe destacar que no se trataba de una población afincada, al menos su mayoría. Al margen de algunas familias tradicionales, el resto estaban allí solo transitoriamente por razones de trabajo. De ninguna manera, podría haberse dado la continuidad necesaria para crear una empresa cultural sostenida por un período largo. Llama sí la atención que hayan actuado tantos hombres y mujeres que en un medio poco propicio, se hayan desempeñado en desarrollar sus talentos y aún en compartirlos con los demás. En la medida en que la población de Ushuaia fue arraigándose, fueron surgiendo actividades culturales sostenidas en el tiempo. Hoy en día diversas expresiones artísticas enriquecen nuestro medio, y dan lugar al surgimiento de nuevos artistas con una identidad propia y definida.

La mayor expresión literaria de la ciudad ha estado en el periodismo, podemos comprobar como desde épocas tempranas hasta el presente ha habido personas con inquietudes que produjeron publicaciones en las que no faltó lo ideológico, lo histórico o lo artístico. Hubo una interesante producción por parte de los alojados en el presidio. Existen, por otra parte, importantes trabajos literarios que permiten al lector explorar y conocer desde sus inicios los confines de la Isla Grande. Un ejemplo de esto es el libro publicado por Lucas Bridges "El último confín de la Tierra".

La expresión del teatro es posiblemente la de mayor aporte en lo cultural. Existían algunas compañías más o menos profesionales que llegaban desde afuera, tal el caso de Punta Arenas y Buenos Aires, y quedaban todo el tiempo que el barco estaba en el puerto. En 1930 los náufragos del Monte Cervantes realizaron la presentación de una obra. Se cree que la primera presentación se puede haber realizado en 1915 con "El Arlequín" en la casa del doctor Américo Del Pino. Para el "Hombre de Medianoche" se puso el primer cartel luminoso en Ushuaia, que luego hizo que el cine fuera recordado con ese nombre.

Las obras que se sucedieron se limitaron a un género menor, generalmente jocoso, sea de carácter criollo, porteño o español, lo que en cierta forma expone el origen de esta expresión cultural. Esto surgía de un notorio entusiasmo juvenil y que se hacía en medio de una gran alegría y espontaneidad.

En cuanto al cine, la primera referencia que se tiene consta en una noticia del periódico "El Mosquito", de 1910, en las que se dice que en el Salón Municipal se proyectó una con escenas de los dos presidios de entonces y se anunciaba su repetición. Este hecho significativo demuestra que no sólo se proyectó la película, sino también que fue filmada localmente. Según don Vicente Canga la primera sala estuvo ubicada entre las calles San Martín y De Loqui, alrededor de 1915. Tenía capacidad para ochenta personas y, naturalmente, se proyectaban películas mudas. El primer cine sonoro fue a partir de 1930. El más recordado fue el Cine Teatro San Martín año 1932, ubicado en 9 de julio entre San Martín y Deloqui, se llamaba de esta manera por que fue utilizado con ambos fines. Las películas llegaban desde el Norte y debían cruzar, junto con el correo, la cordillera con la ayuda policial. En 1955 se inaugura una sala de lujo en San Martín y Roca, en la que se daban cinco funciones semanales.

Hoy en día nuestra Ciudad cuenta con dos salas: el Cine Packewaia y el Microcine de la Dirección Provincial de Cultura, y con otra en forma eventual: la Sala Niní Marshall (ubicada dentro de la Casa de la Cultura de la Municipalidad).

Es interesante señalar que en Ushuaia se practicó mucho la música. La banda del Presidio tocaba los domingos en la plazoleta y frente a ciertas casas. A veces los barcos permitían escuchar bandas de cierta calidad. Los que tenían conocimiento se lucían en las fiestas familiares y los actos patrios. Con el tiempo se organizó, un conjunto local, bajo el nombre de Orquesta Típica Santa Ana, nombre que homenajeaba a la Sra. Ana de Lawrence, que soportaba los ensayos en su casa. Este conjunto realizó su debut en 1944 para los carnavales.

Con respecto a la pintura, hay una especie de antecedente en las tramas de la artesanía y en las formas dibujadas en los cuerpos de los indios. Comienza por el arte en el Penal, en donde los penados dejaron varias obras, tal como "El Primer Argentino", pintura de un penado anónimo que se encuentra en el Museo Provincial. Las obras y autores se fueron sucediendo hasta nuestros días, con una producción plástica fantástica, que en muchos casos ha logrado capturar parte del mágico colorido de estos confines.

La arquitectura fue tomando características distintivas, casas de volúmenes simples, con techos de chapa ondulada y pendientes pronunciadas. Estructura resistente de madera con revestimiento externo en chapa galvanizada. Grandes ventanas a modo de invernaderos, bow-windows y elementos ornamentales con detalles en cenefas, rosetones, pináculos, etc.

La escultura adquiere notoriedad con la obra de un presidiario, Jorge Arzac, quien esculpió una estatua de un indio ona que presidió el centro ushuaiense como monumento hasta su destrucción en 1938. Quizá él haya sido el más destacado tallista del presidio; ejecutó una gran mesa con relieves de la historia argentina, que obsequió al general Justo, por aquel entonces presidente.

Una mención especial merece una artista evidentemente local y autodidacta, doña Enriqueta Gastalumendi viuda de Santín. Conocida por la "india Varela" (de acuerdo al apellido de su primer esposo, el español Jesús Varela) ha logrado plasmar la naturaleza en cada una de sus obras de una manera realista y con un estilo propio. Cuenta doña Enriqueta, que comenzó a trabajar en madera de lenga luego de probar con otros materiales. Con la "india Varela" se retoma el hilo de la cultura más antigua de la Tierra del Fuego, a través de las manos de una hija de esta tierra.

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