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Tierra del Fuego - Patagonia - Argentina, 23/04/2024 12:31 hs.   
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  Haush o Manekenk  

  Onas o Selk'nam  

  Alacalufes o Halakwoolip  


  Onas o Selk'nam  

El país de los selk'nam en la Isla de Tierra del Fuego se extendía desde la cordillera fueguina hacia el Norte. Allí el relieve es llano o suavemente ondulado y está cruzado por abundantes cursos de agua. A medida que se avanza hacia el Norte se cruza primero una pradera con árboles espaciados, luego un ámbito estepario de pastizales. Ambos paisajes son fácilmente transitables y constituían el hábitat natural de gran cantidad de guanacos.

No solamente la alimentación, sino toda la forma de vida de los selk'nam estaba organizada en torno a las cacerías de estos animales. De ellos obtenían lo principal del sustento, la vestimenta y el reparo habitacional, como así también huesos, tendones y otros elementos de valor para su tecnología. En contraposición a sus vecinos del Sur y del Oeste, que eran canoeros nómades del mar cuya vida dependía en lo fundamental de los recursos marinos, es importante señalar que los selk'nam no se habían adaptado a la vida marítima. No navegaban y, según la imagen etnográfica, el aprovechamiento de los recursos marinos era complementario del de los terrestres.

Estos habitantes de la porción Norte de Tierra del Fuego, entre el Estrecho de Magallanes y las estribaciones septentrionales de la cordillera fueguina, se llamaban a sí mismos selk'nam. En el extremo Sud-Oriental de la Isla, los pobladores de la actual Península Mitre se autodenominaban haush. Unos y otros fueron conocidos por onas, denominación con que los designaron los yámanas, sus vecinos del Sur. Es correcto usar los términos primeramente indicados.

Dentro de los selk'nam es posible marcar una subdivisión: los parika entre el Estrecho de Magallanes y el Río Grande, y los hershka entre este río y las montañas meridionales. Había entre ellos algunas diferencias dialectales y de forma de vida, pero estos límites estaban desdibujados por otra cantidad de características comunes e interrelación.

Los selk'nam se caracterizaban por el riguroso autocontrol de su comportamiento y su reserva; no había efusividad en los saludos y era de mala educación exteriorizar emociones. No solían demostrar dolor, asombro, sorpresa ni agradecimiento para atenciones o por obsequios. Tampoco podían manifestar hambre: aún cuando lo tuvieran, no debían consumir el alimento hasta transcurrido un rato de obtenido y al recibir la comida se esperaba que la tomaran con indiferencia. Resistían calladamente el frío, la fatiga, el hambre y la sed. Demostrar dolor o aflicción era signo de debilidad. No obstante esta estoica contención, eran irritables y sus reacciones solían ser violentas. Salvo la no demostración de agradecimiento (que causó malentendidos varios) y la irritabilidad, el comportamiento general fue evaluado positivamente por europeos y criollos que tuvieron trato amistoso con ellos. En cuanto a la laboriosidad, no estaban habituados a trabajos constantes y prolongados.

El lenguaje de los selk'nam era áspero, con muchos sonidos oclusivos y guturales; en este sentido era similar al de los tehuelches de Patagonia continental. Para oídos no acostumbrados, una conversación amistosa sonaba como un violento altercado. Desafortunadamente, los vocabularios que se registraron de esta lengua cubren sólo una parte mínima de su idioma. Aún así parece haber habido pocas palabras abstractas. Hoy no existen quienes hablen y practiquen el selk'nam como lengua madre; es una fortuna que la Dra. Anne Chapman alcanzara a efectuar grabaciones de voces y cantos que pueden permitir una mejor apreciación de esa lengua.

Nadie, salvo niños, ancianos y enfermos, estaba exento de las labores de subsistencia; por el contrario, la participación en tareas colectivas o interfamiliares era voluntaria. Los varones se encargaban de la caza, la pesca en ríos con redes pequeñas, la confección de armas y la atención de los perros; las mujeres, de recolectar huevos, mariscos y vegetales, de conseguir peces (con arpones pequeños) cuando quedaban entrampados en las restingas liberadas por las amplias mareas atlánticas, y de cocinar. Lo obtenido era compartido con familiares y vecinos. No se conservaban alimentos, salvo pequeñas cantidades de grasa de pinnípedo o ballena y de hongos desecados. Las provisiones eran asadas junto al fuego o colocadas sobre brasas, pero no se acostumbraba a cocerlos mucho.

Siendo grupos nómades, sus viviendas eran de uso temporario y poco elaboradas. Las tenían de dos clases: la más común, en especial en el Norte, era el paravientos, formado por postes de madera de aproximadamente 1,5 m. de altura rematados en horquetas y por cantidad de cueros de guanaco cosidos entre sí que se colgaban de esos extremos y se sujetaban contra el piso con piedras o arena. El resultado era una pared que cubría dos tercios o tres cuartas partes de un óvalo. Podía ocurrir que otros cueros fueran colocados a manera de techo precario. Estas construcciones servían más para proteger el fuego de las ráfagas de viento que a los seres humanos de la intemperie. Cuando se debía reanudar camino, el paravientos era desarmado y reducido a paquetes en forma de cigarro, que eran transportados por las mujeres en su espalda.

La otra clase de viviendas era común hacia el Sur del territorio selk'nam, donde la proximidad a los bosques permitía una mayor disponibilidad de madera. Allí se levantaban chozas cónicas de troncos, con planta circular de 3 m. a 4,5 m. de diámetro. Como entrada se dejaba una abertura que era cubierta con un cuero a modo de cortina. Aunque de construcción rápida, estas viviendas no eran transportables, ni eran destruidas una vez terminado su uso. Quedaban erguidas a la espera de una posterior reocupación.

Para levantar estas moradas se prefería buscar el reparo al viento y la leña que pudieran proporcionar arbustos o árboles, pero además se quería tener capacidad de oteo de la caza. Esa combinación hacía que frecuentemente las viviendas fuesen instaladas en los lindes de bosques.

Salvo en el caso de estar desarrollándose un "hain", nunca se levantaban chozas cerca una de otra, con el fin de conservar la independencia de sus ocupantes.

En el interior de los paravientos y de las chozas cónicas se encendía fuego. Este era prendido por percusión de pirita contra una roca silícea; como yesca se utilizaban musgos u hongos secos de una clase que crece en el suelo. El consumo de leña era alto y todos (varones, mujeres y niños) ayudaban en juntarla y transportarla hasta el campamento.

La base de la alimentación de los selk'nam era la carne del guanaco, la que es de buena calidad pero tiene poca grasa. En cambio, los huesos de sus extremidades contienen abundante médula de buen valor alimenticio. Se ha calculado que un animal grande permitía alimentar una familia de seis personas durante cuatro o cinco días. A estos grandes mamíferos los cazaban con arcos y flechas y, por lo menos en períodos recientes, con la asistencia de perros. En casi todo el territorio ocupado se podía encontrar guanacos en tropillas o como individuos aislados. Su búsqueda y captura determinaba la dirección de los frecuentes desplazamientos humanos, pero se debe recordar que los guanacos tienen comportamiento territorial y sus desplazamientos en general no superan los 20 Km. La costumbre que tienen de transitar siempre por los mismos senderos facilitaba rastrearlos, acecharlos y capturarlos, especialmente en invierno. Los cazadores los perseguían durante todo el año, actuando tanto aisladamente como en forma colectiva.

Según diversas fuentes escritas, en la porción Norte de la Isla Grande los indígenas comían muchos cururos que capturaban a hondazos o hundiéndoles las cuevas. Sin embargo, este dato no tiene correlato arqueológico; siendo esos roedores de tamaño pequeño, el valor alimenticio individual era necesariamente poco. Los zorros no eran comidos, sino cazados para obtener sus pieles. Aprovechaban como alimento las aves de tierra adentro y las muchas aves costeras: primordialmente cormoranes, pingüinos y cauquenes. A todas las capturaban a hondazos, o con trampas de lazo; en el caso de los cormoranes, para cazarlos, se descolgaban por los acantilados con ayuda de correas. Aparentemente comían poco pescado, al que obtenían en los charcos costeros donde los peces quedaban retenidos al bajar la marea, o con redes en la desembocadura de los ríos que drenan al Atlántico.

Los selk'nam además recolectaban mejillones, lapas y otros mariscos. Sin embargo, aunque su aporte haya podido ser puntualmente importante, todo indica que en el total de la vida era sólo complementario o secundario. Aprovechaban las oportunidades brindadas por los varamientos de ballenas en las playas; si bien éstos eran sucesos azarosos, les permitían obtener grandes cantidades de carne, grasa y huesos. Según el registro etnográfico, los productos alimenticios de origen vegetal no habrían incidido fuertemente en la dieta.

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