El país de los selk'nam en la Isla
de Tierra del Fuego se extendía desde la cordillera
fueguina hacia el Norte. Allí el relieve es llano o
suavemente ondulado y está cruzado por abundantes cursos
de agua. A medida que se avanza hacia el Norte se cruza primero
una pradera con árboles espaciados, luego un ámbito
estepario de pastizales. Ambos paisajes son fácilmente
transitables y constituían el hábitat natural
de gran cantidad de guanacos.
No solamente la alimentación, sino
toda la forma de vida de los selk'nam estaba organizada en
torno a las cacerías de estos animales. De ellos obtenían
lo principal del sustento, la vestimenta y el reparo habitacional,
como así también huesos, tendones y otros elementos
de valor para su tecnología. En contraposición
a sus vecinos del Sur y del Oeste, que eran canoeros nómades
del mar cuya vida dependía en lo fundamental de los
recursos marinos, es importante señalar que los selk'nam
no se habían adaptado a la vida marítima. No
navegaban y, según la imagen etnográfica, el
aprovechamiento de los recursos marinos era complementario
del de los terrestres.
Estos habitantes de la porción Norte
de Tierra del Fuego, entre el Estrecho de Magallanes y las
estribaciones septentrionales de la cordillera fueguina, se
llamaban a sí mismos selk'nam. En el extremo Sud-Oriental
de la Isla, los pobladores de la actual Península Mitre
se autodenominaban haush. Unos y otros fueron conocidos por
onas, denominación con que los designaron los yámanas,
sus vecinos del Sur. Es correcto usar los términos
primeramente indicados.
Dentro de los selk'nam es posible marcar
una subdivisión: los parika entre el Estrecho de Magallanes
y el Río Grande, y los hershka entre este río
y las montañas meridionales. Había entre ellos
algunas diferencias dialectales y de forma de vida, pero estos
límites estaban desdibujados por otra cantidad de características
comunes e interrelación.
Los selk'nam se caracterizaban por el riguroso
autocontrol de su comportamiento y su reserva; no había
efusividad en los saludos y era de mala educación exteriorizar
emociones. No solían demostrar dolor, asombro, sorpresa
ni agradecimiento para atenciones o por obsequios. Tampoco
podían manifestar hambre: aún cuando lo tuvieran,
no debían consumir el alimento hasta transcurrido un
rato de obtenido y al recibir la comida se esperaba que la
tomaran con indiferencia. Resistían calladamente el
frío, la fatiga, el hambre y la sed. Demostrar dolor
o aflicción era signo de debilidad. No obstante esta
estoica contención, eran irritables y sus reacciones
solían ser violentas. Salvo la no demostración
de agradecimiento (que causó malentendidos varios)
y la irritabilidad, el comportamiento general fue evaluado
positivamente por europeos y criollos que tuvieron trato amistoso
con ellos. En cuanto a la laboriosidad, no estaban habituados
a trabajos constantes y prolongados.
El lenguaje de los selk'nam era áspero,
con muchos sonidos oclusivos y guturales; en este sentido
era similar al de los tehuelches de Patagonia continental.
Para oídos no acostumbrados, una conversación
amistosa sonaba como un violento altercado. Desafortunadamente,
los vocabularios que se registraron de esta lengua cubren
sólo una parte mínima de su idioma. Aún
así parece haber habido pocas palabras abstractas.
Hoy no existen quienes hablen y practiquen el selk'nam como
lengua madre; es una fortuna que la Dra. Anne Chapman alcanzara
a efectuar grabaciones de voces y cantos que pueden permitir
una mejor apreciación de esa lengua.
Nadie, salvo niños, ancianos y enfermos,
estaba exento de las labores de subsistencia; por el contrario,
la participación en tareas colectivas o interfamiliares
era voluntaria. Los varones se encargaban de la caza, la pesca
en ríos con redes pequeñas, la confección
de armas y la atención de los perros; las mujeres,
de recolectar huevos, mariscos y vegetales, de conseguir peces
(con arpones pequeños) cuando quedaban entrampados
en las restingas liberadas por las amplias mareas atlánticas,
y de cocinar. Lo obtenido era compartido con familiares y
vecinos. No se conservaban alimentos, salvo pequeñas
cantidades de grasa de pinnípedo o ballena y de hongos
desecados. Las provisiones eran asadas junto al fuego o colocadas
sobre brasas, pero no se acostumbraba a cocerlos mucho.
Siendo grupos nómades, sus viviendas
eran de uso temporario y poco elaboradas. Las tenían
de dos clases: la más común, en especial en
el Norte, era el paravientos, formado por postes de madera
de aproximadamente 1,5 m. de altura rematados en horquetas
y por cantidad de cueros de guanaco cosidos entre sí
que se colgaban de esos extremos y se sujetaban contra el
piso con piedras o arena. El resultado era una pared que cubría
dos tercios o tres cuartas partes de un óvalo. Podía
ocurrir que otros cueros fueran colocados a manera de techo
precario. Estas construcciones servían más para
proteger el fuego de las ráfagas de viento que a los
seres humanos de la intemperie. Cuando se debía reanudar
camino, el paravientos era desarmado y reducido a paquetes
en forma de cigarro, que eran transportados por las mujeres
en su espalda.
La otra clase de viviendas era común
hacia el Sur del territorio selk'nam, donde la proximidad
a los bosques permitía una mayor disponibilidad de
madera. Allí se levantaban chozas cónicas de
troncos, con planta circular de 3 m. a 4,5 m. de diámetro.
Como entrada se dejaba una abertura que era cubierta con un
cuero a modo de cortina. Aunque de construcción rápida,
estas viviendas no eran transportables, ni eran destruidas
una vez terminado su uso. Quedaban erguidas a la espera de
una posterior reocupación.
Para levantar estas moradas se prefería buscar el reparo al viento y la leña que pudieran proporcionar arbustos o árboles, pero además se quería tener capacidad de oteo de la caza. Esa combinación hacía que frecuentemente las viviendas fuesen instaladas en los lindes de bosques.
Salvo en el caso de estar desarrollándose
un "hain", nunca se levantaban chozas cerca una
de otra, con el fin de conservar la independencia de sus ocupantes.
En el interior de los paravientos y de las
chozas cónicas se encendía fuego. Este era prendido
por percusión de pirita contra una roca silícea;
como yesca se utilizaban musgos u hongos secos de una clase
que crece en el suelo. El consumo de leña era alto
y todos (varones, mujeres y niños) ayudaban en juntarla
y transportarla hasta el campamento.
La base de la alimentación de los
selk'nam era la carne del guanaco, la que es de buena calidad
pero tiene poca grasa. En cambio, los huesos de sus extremidades
contienen abundante médula de buen valor alimenticio.
Se ha calculado que un animal grande permitía alimentar
una familia de seis personas durante cuatro o cinco días.
A estos grandes mamíferos los cazaban con arcos y flechas
y, por lo menos en períodos recientes, con la asistencia
de perros. En casi todo el territorio ocupado se podía
encontrar guanacos en tropillas o como individuos aislados.
Su búsqueda y captura determinaba la dirección
de los frecuentes desplazamientos humanos, pero se debe recordar
que los guanacos tienen comportamiento territorial y sus desplazamientos
en general no superan los 20 Km. La costumbre que tienen de
transitar siempre por los mismos senderos facilitaba rastrearlos,
acecharlos y capturarlos, especialmente en invierno. Los cazadores
los perseguían durante todo el año, actuando
tanto aisladamente como en forma colectiva.
Según diversas fuentes escritas, en
la porción Norte de la Isla Grande los indígenas
comían muchos cururos que capturaban a hondazos o hundiéndoles
las cuevas. Sin embargo, este dato no tiene correlato arqueológico;
siendo esos roedores de tamaño pequeño, el valor
alimenticio individual era necesariamente poco. Los zorros
no eran comidos, sino cazados para obtener sus pieles. Aprovechaban
como alimento las aves de tierra adentro y las muchas aves
costeras: primordialmente cormoranes, pingüinos y cauquenes.
A todas las capturaban a hondazos, o con trampas de lazo;
en el caso de los cormoranes, para cazarlos, se descolgaban
por los acantilados con ayuda de correas. Aparentemente comían
poco pescado, al que obtenían en los charcos costeros
donde los peces quedaban retenidos al bajar la marea, o con
redes en la desembocadura de los ríos que drenan al
Atlántico.
Los selk'nam además recolectaban mejillones,
lapas y otros mariscos. Sin embargo, aunque su aporte haya
podido ser puntualmente importante, todo indica que en el
total de la vida era sólo complementario o secundario.
Aprovechaban las oportunidades brindadas por los varamientos
de ballenas en las playas; si bien éstos eran sucesos
azarosos, les permitían obtener grandes cantidades
de carne, grasa y huesos. Según el registro etnográfico,
los productos alimenticios de origen vegetal no habrían
incidido fuertemente en la dieta.
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